Desde que somos chicos, nos enseñan casi sin darnos cuenta, que hay que encajar. Comportarnos de una manera, para ser aprobados, aceptados, reconocidos.
Que el éxito, tiene un solo camino y que la felicidad está en cumplir con ciertos estándares que la sociedad impone. Nos moldean para permanecer, pero pocas veces nos preguntamos si, ¿ese molde realmente nos representa?
Vivimos en un mundo de apariencias, donde la superficialidad, se confunde con éxito, y lo auténtico, lo verdadero, se ve muchas veces como una amenaza.
Se nos vende la idea, de que hay que ser de cierta forma para ser reconocidos, cuando en realidad lo que más vale en los demás es la autenticidad. Romper el molde, no es solo una declaración de independencia, es un acto de valentía y amor propio.
Ser genuinos en una era que premia lo artificial, no es fácil, pero si necesario.
No significa estar invisible, sino haber encontrado el camino individual. Es elegir brillar con luz propia, en lugar de apagarse para ajustarse a una estructura que no nos representa, ni no nos da la tranquilidad y felicidad que necesitamos para vivir una vida plena.
¿Cuántas veces nos traicionamos para agradar? ¿Cuántas veces nos vestimos, hablamos o actuamos de acuerdo a lo que se espera o agrada? ¿Y no a base de lo que sentimos? En el fondo sabemos, no hay mayor carga que vivir una vida que no nos pertenece, y no hay mayor alivio de tener la libertad, de ser uno mismo sin pedir permiso.
La verdadera transformación, no está en seguir tendencias ni en cumplir con etiquetas, sino es construir nuestra propia identidad sin miedo a la mirada ajena. Porque ser auténtico no solo nos libera, también inspira a otros a hacer lo mismo.
En un mundo que intenta encasillarnos, ser uno mismo es el mayor acto de resistencia
Toma las riendas de tu vida, no encajes, rompe el molde. Se vos.
Karito Pusitanelle
Coach Estratégico Social
Psicóloga social