Tras 38 años de servicio en la Universidad Católica Sede Itapúa, quien prácticamente ha dedicado su vida profesional al crecimiento de la institución, ha sido desvinculada de manera sorpresiva.
La noticia, fue dada a conocer a través del perfil de su Facebook, quien expuso esta situación a través de sus redes sociales, donde expresó su indignación por la forma en que fue notificada.
La Mgtr. Rosa Esther Encina Fretes, con profunda tristeza, denunció públicamente la injusticia de su desvinculación a la institución, comunicada por una simple nota.
Señaló también, la trayectoria en la universidad marcada por una constante lucha por la equidad y el desarrollo del Campus Itapúa. A pesar de los esfuerzos, han enfrentado una serie de problemáticas, que han afectado gravemente la calidad educativa y el bienestar de la comunidad universitaria.
En el comunicado a la opinión pública refirió cuanto sigue:
- Desigualdad en la distribución de recursos: mientras en la Sede Central han realizadomillonarias inversiones en infraestructuras y aumentos salariales para docentes y funcionarios, el Campus Itapúa ha sido sistemáticamente relegado.
- Condicionamientos económicos: el exigente aporte anual al Rectorado, ha limitado nuestra capacidad de invertir en mejoras para el campus y ha generado un clima de frustración entre docentes y trabajadores.
- Falta de reconocimiento: A pesar de las dificultades, los docentes del Campus Itapúa, han mantenido un compromiso incansable con la educación de los estudiantes.
Sin embargo, su labor no sido valorada ni recompensada adecuadamente. Hace 15 años no reciben aumentos salariales.
Estas situaciones han generado constantemente un ambiente de desánimo y desmotivación entre los miembros de la comunidad universitaria Campus Itapúa.
Es fundamental que, la Universidad Católica, como institución que se rige por valores cristianos, promueva la justicia, equidad, y el respeto hacia todos sus miembros, que no exista una brecha tan grande, entre quienes tienen el poder de decidir, y quienes ejecutan las tareas diarias. Por último, manifiesto mi deseo de una universidad donde la palabra “liderazgo” signifique servicio, donde los miembros se sientan valorados y motivados para dar lo mejor de sí, por una educación de calidad para los jóvenes y con respeto a los funcionarios, docentes y el campus.