Amar, no debería ser sinónimo de sufrir. Sin embargo, muchas veces nos encontramos justificando malos tratos, minimizando el daño y sosteniendo relaciones que nos lastiman sólo porque el amor está de por medio.
Nos enseñaron qué el amor todo lo puede, pero ¿Qué pasa cuando ese amor duele?
La violencia psicológica, la manipulación y el maltrato físico, no son expresiones de amor, sino de control y sometimiento. Cuando alguien a quien amamos, pareja, familia o amistades, nos humilla, nos menosprecia, nos anula o nos hace sentir que no valemos, no está amando, está ejerciendo poder sobre nosotros.
El amor, el verdadero amor, jamás se construye desde el miedo.
Aprender a poner límites, es un acto de amor propio. No se trata de dejar de querer a alguien de un día para otro, sino de entender que el amor sano no exige sacrificios qué destruyan nuestra identidad ni nuestra dignidad.
A veces, nos quedamos en relaciones dañinas porque nos enseñaron que el amor implica aguantar, pero no hay amor suficiente que justifique la violencia.
Prevenir el maltrato implica reconocer las señales a tiempo: las palabras que degradan, el control disfrazado de preocupación, los celos que limitan, las disculpas que nunca llegan, o que cuando lo hacen, no traen cambios verdaderos. La violencia nunca empieza con un golpe, se instala lentamente, con pequeñas acciones que normalizamos hasta que el daño es evidente.
Poner límite asertivo es decir “esto no lo acepto”, sin sentir culpa ni miedo. Es entender que merecemos relaciones basadas en el respeto, en la reciprocidad y en el cuidado mutuo. Es saber que nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a dañarnos, sin importar cuanto los amenos.
Si alguna vez te encontraste justificando un maltrato porque “no es tan grave”, porque “en el fondo es una buena persona” o porque “seguro va a cambiar”, párate un momento. Pregúntate: ¿esto que estoy viviendo me hace bien? ¿Me siento amado/a o me siento sometido/a? Recorda que amar no es sinónimo de tolerar lo intolerable.
No permitas que, el amor te ate a un lugar donde tu dignidad se desvanece. No dejes que nadie te trate mal solo porque vos lo amas. El amor propio también es una forma de amor y es la única que jamás deberíamos abandonar, porque cómo nos amamos también nos amarán.
Karito Pusitanelle
Psicóloga social
Coach Estratégico Social