Faltan tres meses para que el “nuevo” gobierno y administración
del estado se inicie en nuestro país, y aunque se trate del mismo
partido que el gobierno saliente, se hace evidente aquello de que esta
nucleación es oficialismo y oposición al mismo tiempo, como sucede
siempre en el partido colorado donde la visión del “cambio” se da entre
los bemoles de un mismo ritmo donde periodos seguidos de visiones
completamente opuestas de cómo gobernar, con la diversidad que
caracteriza a los actores políticos.
Ante un cierto desánimo por la vuelta de algunos actores de la
vieja política, personajes cargados de denuncias, un congreso con una
aplastante mayoría colorada y un senado en igual condición, con la
diferencia de nuevos estereotipos que con seguridad nos mantendrán
alertas y a la vez divertidos, con personalidades tan diversas como los
representantes del movimiento que trae
consigo una carga de nuevas figuras que
probablemente pronto se adapten a los
viejos vividos.
Es que pensar que esto es lo que la
gente eligió, un cúmulo de gente que ya
viene con todo el paquete acostumbrado de
favoritos, un enorme número de parentela
que entrará a formar parte del nuevo
equipo político. Los equipos de campaña
eran conocidos, se sabía quiénes competían
y quienes ocuparían las posiciones en caso
de una victoria, y en el caso del presidente
de la República también sabemos cómo
se conformará y quién es el que estará al
solapado mando del gobierno paraguayo.
La historia continúa y está lejos de
ser estática: la ciudadanía ya no tolera la
corrupción, por más desembozada que sea,
muestra de ellos es el grito de “fraude” que
escuchamos desde el 1 de mayo. Pero nadie más que los perdedores
que se creen ganadores, admiten el fraude que los representantes de
Cruzada Nacional vienen vociferando hace 15 días seguidos por otros
actores que acostumbrados a colgarse del saco de quién sea, hacen lo
posible por no perder visibilidad.
Nos espera un complejo panorama político e institucional,
aunque nos carguemos de esperanzas y alegrías sabiendo que Marito se
va, no tan lejos, porque antes de culminar su mandato, ya se acomodan
nuevamente las piezas políticas dando supremacía a los movimientos
internos del partido colorado que vociferan desde ahora, que son
mayoría.
Peña deberá apelar a todo su expertise para hacer un buen
gobierno, porque la tarea no se presenta fácil, aunque tenga el respaldo
del movimiento HC y quién lo lidera, las cosas no pintan color de rosas.
Tendrá resistencia que vencer y la sombra del fraude de vientos de miles
de paraguayos, que le harán difícil la tarea.
Su espíritu aglutinador, de componedor y hasta pacificador, serán
capitales, y deberá saber usar las estrategias, tener buenos movimientos
de cintura política si quiere llevar la fiesta en paz, con ambas cámaras y
la mayoría que probablemente esté tan fuertemente dividida
Un voto de confianza al nuevo Gobierno, necesario como cada
cinco años, es la confianza, apelando a la
dura campaña hecha por el presidente
electo y sus promesas que la población
espera sean cumplidas. Que lo concrete
nos conviene a todos, y es de esperar que
el crecimiento y el desarrollo continúen,
cuando tiene experiencia en el ambiente
financiero y ya dice que liderará dos
ministerios fundamentales que requieren
cambios sustanciales.
Lo difícil será creer que las viejas
prácticas en nuevos tiempos sean realizables,
con toda la gente a quienes los paraguayos
venimos sufriendo desde hace más de
quince años y a quienes, nuevamente, los
votantes dieron su confianza.
Los negociados, sobre facturaciones, y todos los vicios, seguirán
gozando de muy buena salud. Aún no sabemos el camino para elegir, y
elegir bien, quedándonos siempre con el fragor de lo que parece nuevo,
pero viene viciado.
La confianza en el nuevo gobierno es fundamental.
Los paraguayos podremos iniciar, nuevamente el sueño de un
Paraguay mejor, que siempre se vuelve pesadilla antes que pasen cinco
años.